El balcón indiscreto

Me siento como James Stewart en la ventana indiscreta de Hitchcock, pero sin escayola.
Hace unos días me dio una lumbalgia por causa del frío y con resignación, he tenido que recluirme en casa durante una semana.
Mi casa, digo casa por que no me gusta decir piso y por que siempre he vivido en una casa y es lo que me sale, es algo parecida a un ático. Me encuentro en lo más alto del edificio y sin ascensor, de ahí mi reclusión, pues me han aconsejado no andar y sobre todo no levantar peso, así que quién es la valiente que se atreve a bajar y luego a subir tres pisos con este maldito lumbago… va a ser que me quedo en casa.

Al contrario que James Stewart, yo no me dedico a hacer conjeturas acerca del extraño comportamiento de mis vecinos y viandantes, yo escruto que todo sigue igual de alegre que siempre.
En la calle está el sin techo de siempre, acompañado de su perro y su cartón de vino, que se sienta en la puerta de la calle a charlar tranquilamente con algún vecino.
Los del hotel de al lado con su forma estratégica de mover sus coches para tener un próximo aparcamiento por si llegan más clientes.
El perrito blanco de la dueña del bar que se pasea de arriba abajo tan independiente y juega un ratito con el de sin techo.
Turistas….turistas y más turistas todos perdidos buscando la Mezquita que se encuentra al girar la calle a la derecha.
Y el que me hace que me parta de risa es el amigo de la vecina de abajo, llegan las 7 de la tarde y comienza a gritar “LOLIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!.......LOOOOLIIIIIII!!!!”, acto seguido sale Loli y le dice “sube”… esto se repite todos los días y me parto por que pienso que el tío lo hace por no subir pa’ná, porque la puerta está abierta y Loli vive en el 1º… será que le gusta ver como sale al balcón.

Pero lo que más me reconforta es cuando llega LesGroNoma, que es más guapa que Grace Kelly y no me deja sola por ir a registrar la casa del vecino...