Descendíamos de lo más alto.
Eran las 9 de la mañana cuando la vimos sola, con su sobrero de paja calado cubriendo su pelo cano, una camiseta roja con una flor en el centro, pantalón blanco corto de deporte y su cayado.
No nos esperaba, era demasiado temprano para que alguien estuviera por las alturas.
Nos preguntó como estaba el camino para subir...
"Las piedras resbalan bastante y hay zonas en las que casi no queda camino... hay que ir con mucho cuidado".
Siguió adelante...
" No me da miedo subir, llevo subiendo desde que era pequeña, lo que me da es respeto.
¿llevais prisa?, es por si queréis esperar a que suba, por si me pasa algo..."
Decidimos acompañarla.
Nos contó que aquel camino lo subía corriendo, que no lograba hacerse a la idea de estar haciéndose mayor y que no quería dejar de subir al lugar que significaba tanto para ella...
Llegamos a lo más alto, se emocionó y fue cuando nos dijo que su médico le había prohibido subir escaleras, su rodilla podía quebrarse de un momento a otro, pero en ese momento era la mujer más feliz del mundo.
A modo de agradecimiento nos invitó a desayunar en su casa y nos presentó a su gato "Blacky", tan hermoso como una pantera...
Araceli, 75 años, aventurera vocacional...
"No te rindas nunca, todo lo que deseas se puede conseguir.
A veces incluso encuentras ayuda en el camino".
Para recordarla...
lo mejor de nuestro viaje.
Los paisajes se quedan en las retinas pero las personas te anclan a ellos.
ResponderEliminarHE oido que han sido unas vacaciones "de lujo" y ya veo que si.
Besote
Una bonita historia. Me ha gustado cómo la has contado. Me ha emocionado y hoy estoy muy sensible.
ResponderEliminarBesos.